Soy tu infierno, dices.
Te concedo la razón.
Tu olor, la mancha húmeda en tus bragas, tus ojos incendiarios, la piel suntuosa; yo en busca de quemarme en tu labia rasurada. Quiero lamerte la entrepierna, saberte, explorarte el pasado, los amantes, las agresiones, la forma explícita y pornográfica de llevarte al orgasmo. En ese caso, sí: eres mi infierno.
Dispuesto estoy a pagar con mi alma.
Je suis Ale.
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