So slowly…
¿Recuerdas esa canción? Eras luna sin sol, meciéndote suavemente en mis brazos, escapando de una realidad tangible (aunque no menos odiosa), (cantándote: tu marido), (buscándote las nalgas bajo tu delgada falda), masticando tu nombre, acobardándote en la esquina del bar, cuyo nombre no pronunciaré para preservarle la magia.
Berta: qué días tan insanos y extrañamente hermosos.
Cuando vuelvas, pues has de volver, compraré ese negocio para los dos, o al menos lo rentaré una noche de cuartos menguantes.
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